*Publicado en el periódico Página Siete
Se ha tendido casi siempre el velo del silencio a los literatos que han estado vinculados a la política, y ésa es la peor iniquidad. Se ha hecho a un lado, también, a los escritores que componen contracorriente, es decir, que van contra los estilos que promueven los círculos literarios contemporáneos. Me inicio, entonces, reseñando esta obra: Soliloquio del Conquistador, de Carlos Mesa.
En un paisaje metafísico, incorpóreo, y
al mismo tiempo harto real, a la vera del ponto, el Conquistador cogitabundo
desea a la Amada, y ésta, haciendo honor al nombre que lleva (Marina), se
encuentra en las solemnidades silentes y soporíferas del mar. En su frenesí por
tocar, por sentir a la mujer dilecta, accede al mar el Conquistador. Pero éste
ya ha amado, ha suspirado ya por otras,
mas cual lo ha hecho por la Amada, por Marina, nunca. Digno de elogiar en esta
novela es el tiempo en que el Conquistador ora su soliloquio; están ambos, la
Amada y el Amado, en el pasado, sin embargo recuerdan cosas consumadas en el
futuro. Esto se me figura como la “Anamnesis” griega (ἀνάμνησις) pero a la inversa. Ir al pasado para
rememorar el futuro. Desafiar la ley fatal del Tiempo.
Se debe además resaltar la quintaesencia
de lujuria que destila así el Conquistador como Mesa, éste al concebir tan
sensual tragedia, aquél al ser protagonista de tan lujurioso drama. Estas
letras son fruto de la libídine del autor, del clímax del erotismo literario.
Pero no es narración impúdica; al contrario, hallo sutilidad superlativa en el
manejo de las palabras voluptuosas y candentes. ¡Qué romance más sibarita en
tierra mexica!
Además de amor, hay entre líneas un
mensaje implícito pero categórico: el triunfo del mestizaje. Pero antes de esta
mezcla, hay una epopeya que es la alianza con los tlaxcaltecas, la caída de
Tenochtitlán, Felipe y Moctezuma, catolicismo y sabeísmo autóctono. Simbiosis
genial. Marina es la tierra virgen y Hernán Cortés el aventurero apasionado.
Ambos son humanos, con las mismas miserias y clarores. Es nuestra naturaleza.
El Conquistador letrado es la síntesis de lo que trajo la Península a la
América: miserias y virtudes. La esbeltez de Marina es la belleza de la india.
Porque del encuentro fecundante de la simiente peninsular con el vientre nativo
hemos nacido. Porque así debemos entendernos. La conquista no llenó ríos de
sangre, no fue oscurantismo, más bien abrazó dos culturas para fundar una nueva,
y el arte fue su más augusta y agraciada expresión. Hay que inmortalizar los
debates de Valladolid entre el clérigo defensor Las Casas y Sepúlveda, como una
primera lucha hacia una sociedad igualitaria y defensora de los derechos
humanos. Hay que rememorar a los PP. Acosta y Calancha, a la nueva forma de
entender el mundo y la humanidad. Tenochtitlán y Cajamarca son los crisoles más
importantes para el mundo, incluso más que la Roma de los Césares.
No sé si catalogarla como novela
histórica o como historia novelada, mas creo que esta última etiqueta es la más
apropiada, porque el contenido histórico e intelectual es riquísimo, porque la
coherencia de los hechos acaecidos en esos años de la conquista están relatados
con fidelidad fotográfica. Confieso que nos hubiese gustado leer menos dato
histórico y más vuelo literario.
Me placería comentar dilatadamente esta
obra en cuanto a su forma, pero por
razones de espacio me limito a apuntar lo que sigue: Mesa usa pronombres
demostrativos (como este o ese) prescindiendo de tildes, como ha
establecido la RAE últimamente; tiene un buen uso de los vocablos -y rescata
algunos del desuso-, como nunca se ha visto en el historiador y periodista.
Pero mezcla cifras con letras, algunas comas están mal situadas y no separa con
coma los sustantivos que fungen como vocativos. No hace distingo entre aun y aún.
Examinando forma y fondo, no le
catalogaría en las nomenclaturas de la novelística contemporánea, y qué bueno
que así sea. Encuentro equilibrio entre imaginación e inteligencia.
Nos gustaría leer más del Mesa novelador.
Ignacio Vera Rada es poeta, dibujante, activista político y estudiante de Ciancias Políticas, Historia y Comunicación.
Ignacio Vera Rada es poeta, dibujante, activista político y estudiante de Ciancias Políticas, Historia y Comunicación.
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