Publicado en El Diario el 6 de septiembre de 2017
Si
se desciende lo suficientemente hondo en el asunto filosófico que entraña la
obligatoriedad del servicio militar, se llega a la conclusión de que aquél es
un absurdo rotundo, siempre y cuando se tomen en cuenta los adelantos humanos
concernientes a la libertad y a los Derechos Humanos. He aquí una prueba
incontrovertible de que los sistemas judiciales, que lejos están de ser los
sabios procedimientos latinos, son todavía imperfectos, y de que las
democracias, que para algunas personas hoy están bien consolidadas en lo
referente a su avance teórico, tienen fallas que siguen estando en vilo. Porque
el servicio militar obligatorio tiene que ver con los unos y con las otras.
¿Qué
es el entrenamiento militar? Es la educa
ción de la mente y del cuerpo en la
técnica de matar. Filosóficamente, va en contra del desarrollo de la voluntad
de paz del hombre. Pero, me diréis, ¿acaso a un país puédesele restringir su
necesidad de adjudicarse insumos de seguridad? Cierto es que no. Pero yo refuto:
¿puédesele privar a un ser humano de la voluntad pacifista que pudiere abrigar
con más amor que a ninguna otra cosa? El Estado tiene necesidades materiales,
pero el hombre posee ideales y cultos, y éstos están por encima de aquellos. El
hombre tiene obligaciones para con su patria, pero ésta también los tiene para
con su habitante. El asunto es difícil, ciertamente, y como hoy son varias las
cosas que se han puesto en la mesa de debate del mundo, la cuestión del
servicio militar obligatorio tendrá también que ser debatida en la misma mesa.
Y mañana estará Dios mediante en el seno de la Asamblea Legislativa. Estas
cuestiones profundas tienen que ver con el gradual perfeccionamiento del
Derecho y las Ciencias Políticas.
Quien
escribe esto no hizo el servicio militar, huyó de él; no sabe cargar munición a
un arma, y con suerte podría lidiar con el peso de una carabina. Todos los que
desean la paz deberían estar resueltamente en contra del servicio militar
obligatorio. Se debe abolir el entrenamiento militar de la juventud. El
servicio militar universal supone la formación de las juventudes en un espíritu
bélico. En países como Bolivia, con Constituciones que proclaman pacifismo, la
incongruencia es aún más crasa. Otro argumento: Podría parecer que los países
pequeños, como el nuestro y los de África v.g., necesitaran obligar a sus
juventudes a prestar servicio militar para poder ganar una guerra, y no los
Estados grandes, dado que el armamento que poseen podría batir a las hordas más
numerosas. Y ciertamente esto es lo que ocurre en la realidad. Lo cierto es que
los ejércitos más nutridos y compactos de los países enclenques de economía no
podrían batir el más pequeño obús de un país fuerte y grande. Entonces el
asunto se convierte en un sinsentido.
Piénsese
que para una conciencia pacifista, como la de Romain Rolland, el servicio
militar puede resultar un verdadero via
crucis. ¿No se está, pues, quebrantando la libertad de voluntad, que es
quizá la libertad más sagrada?
La
Constitución establece que deberán prestar el servicio militar todos los
bolivianos, pero el carácter de obligatorio sólo recae en varones. Y más allá
de todo lo dicho hasta aquí, ¿por qué en este mundo que pide y necesita
igualitarismo de género en toda disposición, solamente los varones están
llamados a acudir prestos al grito de una voz castrense y a marchar al son de
una trompeta marcial?
Seguiremos
abordando este asunto, metiéndonos más en la filosofía pura que encierra la
cuestión.
Ignacio Vera Rada
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