martes, 21 de febrero de 2017

BOLIVIA, SU DEMOCRACIA. MANIFIESTO POR EL NO


Un día como hoy, hace un año, acudimos a las urnas para defender la democracia. Lo que hicimos los bolivianos el 21 de febrero de 2016 será de la historia. No es poca cosa, pues, haber defendido lo que en la historia los pueblos han conseguido con sangre y a veces hasta con vidas humanas: la libertad.
      En tiempos pasados, la voluntad de los hombres estuvo sojuzgada y negada; hoy podemos decir que nuestra conciencia decide el futuro de Bolivia. Nuestro país, tan vasto, tan rico, tan bello, pasa por días difíciles. La crisis democrática hoy es una realidad para todo hombre que sabe pensar. Y éste es un fenómeno de toda la región. Parecería que hoy el mundo está dando virajes en lo concerniente al espíritu democrático de las naciones.
      ¿Dónde están los conductores, los líderes, los hombres de Estado? Si es que éstos hoy no están, aquí estamos las muchedumbres y las fuerzas colectivas, asumiendo conciencia de nuestro papel histórico en el desarrollo de los acontecimientos nacionales. La fuerza orgánica de las colectividades, la sinergia que debe haber entre el poder y los gobernados, son cosas que han sido violadas por la embriaguez del poder opresor. Hoy, como hace muchas décadas, vivimos en una política de camarillas y de caudillos. Y éstos son expertos en acallar las sanas corrientes de la opinión plural de los ciudadanos. Son duchos en reclamar lo que no les corresponde. Saben del arte de la maniobra y el dolo. Su objetivo principal es mantenerse en el solio del poder. No tienen ideales y no saben de libertades públicas. Quienes obran así, sirviéndose del Estado y en busca del éxito inmediato, destruyen toda posibilidad de cualquier mejora, posibilidad que es un derecho inalienable para cualquier grupo humano de nuestra tierra. Tiranías injustas! Porque político puede ser cualquiera, solo se requiere ser un demagogo predicador de socialismo, o tener un torrente pasional de ambiciones negativas, o tener sed de poder por el poder mismo; pero ser hombre de Estado, conductor, corresponde solo al virtuoso, al desprendido, al consecuente.
      El occidente boliviano pasa por una de las más graves sequías de su historia. Pero lo cierto es que para las naciones los mayores flagelos nunca fueron las pestes, ni las hambrunas, ni las sequías, sino la mentira y la corrupción que no dan paso al desarrollo y que son la peor calamidad para los Estados con instituciones aún débiles e incipientes. El progreso de las naciones en las que medran caudillos bárbaros es notoriamente inferior al de las naciones que tienen instituciones democráticas vigorosas, porque hombres de Estado han sabido conducirlas y fortalecerlas.
      Lo que recordamos hoy es un triunfo histórico. Hace un año Bolivia le dijo No al bandidismo, a la corrupción, a la mentira desvergonzada, a la opresión hegemónica. Bolivia, lo digo con mucho orgullo, bien puede ser considerada como un bastión de lucha en contra de los gobiernos autoritarios que se han venido sucediendo en buena parte de Latinoamérica. Latinoamérica, desde hace varios años, viene cargando en sus espaldas el agobiante peso del político imprevisor y soportando el ominoso sonido de la sirena de la demagogia. El destino de los pueblos latinoamericanos depende de sus juventudes y de las nuevas ideas que puedan ser posibilidades frente a los viejos modelos políticos que día a día están más desgastados y que ya no tienen qué ofrecer. Nunca hubo tanta corrupción, no ya en el manejo de la hacienda pública, sino en la conciencia; nunca la política nacional se desnaturalizó hasta tal grado.
      Las generaciones jóvenes tienen una gran tarea para la posteridad: saber tomar conciencia de su rol histórico y de su deber para con la Patria. Una nación solamente se levanta cuando hay renovación, renovación en todo sentido: de ideas, de hombres, de conciencias… ¿Hasta cuándo viviremos en un ambiente nocivo en el que los hombres se crean insustituibles? Ya dimos el primer gran paso. Recordad el 21 de febrero, fecha para los anales patrios! La transformación solamente se hará desde el sentimiento y desde el corazón.
      Las crisis siempre estarán presentes en la vida de los pueblos. No nos dejemos desalentar. Pero cuando una de éstas venga a ensombrecer los días, ahí será puesta a prueba la fortaleza y la voluntad inquebrantables que solamente tienen un propósito: la libertad. El hombre, desde tiempos inmemoriales, ha querido conquistar la paz. Lo ha logrado, en cierto sentido. Pero ahora las conquistas se las hace a través de las ideas, de la lucha limpia, de la transparencia, en suma, a través de la democracia. Demos el ejemplo del pacifismo, pero de un pacifismo altivo, firme y contundente. El No expresado hace un año, retrata la voluntad de un país, de una nueva generación; será el aura fresca de Bolivia y, por qué no, de Latinoamérica.
      La voluntad es el principio de toda gran hazaña.
      Salvemos el espíritu democrático de las naciones!

      Y que viva Bolivia libre, soberana y democrática!



Ignacio Vera Rada